Como asesora en lactancia materna, he tenido la oportunidad de conversar con muchas madres sobre su experiencia de lactancia, escuchar las distintas situaciones que se les presentaron en esta etapa y cómo lograron solucionarlas. Siempre he considerado que quienes trabajamos con la familia y en especial con madres en periodo de lactancia, tenemos el deber de comprender que cada una hablará desde su experiencia y desde sus vivencias, por lo que en primera instancia resulta imperioso respetar los tiempos, las opiniones y las decisiones de cada núcleo familiar.

Es común, que hablemos de lactancia e inmediatamente nuestra mente haga conexiones relacionándola con recién nacidos o bebés y casi inmediatamente apartamos (por no decir, desechamos) la idea de que la lactancia también es posible y “normal” en un niño más grande. Por ejemplo, si nos detenemos a revisar contenidos publicados en las redes sociales, los mismos especialistas en lactancia materna, colocamos la mayoría de las veces imágenes de madres con bebes pequeños en sus brazos para tratar determinados temas y en muy pocas ocasiones (o nunca) una imagen de una madre amamantando a un niño que camina y habla. Es por ello, que como segundo paso, considero que es nuestra tarea también enseñarle con nuestro ejemplo a la sociedad que la lactancia materna (sin ningún adjetivo) es lo normal desde que el bebé nace hasta el momento en que mamá y bebé así lo decidan, cualquiera sea la edad.

Es bien sabido, que las principales asociaciones científicas internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, Asociación Española de Pediatría (AEP), Academia Americana de Pediatría (AAP) entre muchas otras, recomiendan que la lactancia materna sea exclusiva hasta los 6 meses de edad, y después complementada con otros alimentos, al menos hasta los 12 o 24 meses de edad, pudiendo ser mantenida todo el tiempo que madre e hijo deseen. Lo que quiere decir, en pocas palabras, que hasta el momento no ha sido establecido un límite de edad para la lactancia donde sea “mejor”, “más beneficioso” o “menos riesgoso” para el niño o para la madre.

Nuestro punto de quiebre como sociedad ante la lactancia materna, ha sido sin duda alguna, la aparición y la normalización del uso de los sucedáneos de leche materna como estrategia para darle paso a la “liberación de la mujer” de las tareas del hogar y del cuidado de sus hijos, provocando así en muchos casos destetes antes de tiempo. Si tenemos en cuenta que estas recomendaciones mundiales, se han levantado sobre la base de investigaciones científicas, puede resultar bastante contradictorio que el mundo científico, no reconozca la importancia de la lactancia materna en niños mayores de 1 año de edad, más aún si tomamos en consideración que a lo largo de la historia, y en prácticamente todos los lugares del mundo, la lactancia materna ha sido la norma hasta los 2 o 3 años de edad, pudiendo encontrar culturas que la practican hasta los 7 años de edad.

A continuación, encontrarás 3 razones por las cuales puedes seguir amamantando a tu hijo después del año:

  1. Aporte de nutrientes y protección inmunológica: es común el pensamiento general de que la leche materna pierde sus propiedades con el paso del tiempo, aunque ha sido muy bien demostrado que este líquido precioso tiene la capacidad de modificarse en composición para satisfacer las necesidades nutricionales del niño (complementando a una alimentación saludable), de hecho el aporte de macro y micro nutrientes es importante incluso después del primer año de edad. Además, sabemos que los niños mayores que toman pecho tienen la oportunidad de continuar disfrutando de los beneficios inmunológicos de la leche materna, que se evidencian incluso a la largo plazo con menor incidencia de enfermedades y un mayor desarrollo cognitivo, por solo nombrar algunos.
  1. Cero riesgos para el niño: La lactancia materna en niños mayores no supone ningún riesgo físico ni psicológico para el niño, de hecho ha sido muy bien descrito en la literatura, que la duración de la lactancia materna está implicada en un mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño.
  1. Beneficios para la madre: los beneficios son innumerables para la madre, entre ellos una menor incidencia de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, cáncer de ovario, cáncer de mama, entre otras. Si la madre deseara continuar con la lactancia durante un nuevo embarazo (lactancia en tándem), podría hacerlo sin ningún riesgo, sin embargo, siempre se recomienda una valoración individual de cada caso.

Considero que el mayor desafío que supone la lactancia materna después del año de edad, representa para la madre vivir rodeada de comentarios negativos y la crítica del entorno social. Lamentablemente, el desconocimiento de la evidencia científica disponible en la valoración de los riesgos/beneficios en niños mayores, ha llevado a la sociedad a relacionar la lactancia con abuso sexual en algunos países, como Estados Unidos, siendo las madres condenadas al escarnio público y llevándolas a tomar decisiones como un destete antes del tiempo deseado.

Si es el deseo de la madre continuar con la lactancia, todos los profesionales que conforman el entorno de la madre y el niño (pediatra, ginecólogo, nutricionista, médico de familia, etc.) también deben contar con el conocimiento científico actualizado para apoyarles en su decisión y darles fortaleza para superar las dificultades que puedan presentarse.

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